Mensaje, 25 de abril de 1985
“¡Queridos hijos! Hoy quiero invitarlos a que comiencen a trabajar en sus corazones tal y como trabajan en sus campos. Trabajen y transformen sus corazones para que el Espíritu de Dios pueda entrar a sus corazones. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
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