Lengua 

Mensajes de Medjugorje conteniendo 'de'

Total found: 767
Queridos hijos! Hoy quiero agradecerles por su perseverancia e invitarlos a abrirse a la oración profunda. Hijitos, la oración es el corazón de la fe y de la esperanza en la vida eterna. Por eso, oren con el corazón hasta que su corazón cante con gratitud a Dios Creador que les ha dado la vida. Yo estoy con ustedes, hijitos, y les traigo mi bendición maternal de paz. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, os doy las gracias porque respondéis a mis llamadas y porque os reunís en torno a mí, vuestra Madre Celestial. Sé que pensáis en mí con amor y esperanza, y yo también siento amor hacia todos vosotros, como también lo siente mi amadísimo Hijo que, en su amor misericordioso, siempre y de nuevo me envía a vosotros. Él, que se hizo hombre, que era y es Dios, Uno y Trino; Él, que por vuestra causa ha sufrido en el cuerpo y en el alma. Él, que se ha hecho Pan para nutrir vuestras almas, y así salvarlas. Hijos míos, os enseño cómo ser dignos de Su amor, a dirigir a Él vuestros pensamientos, a vivir a mi Hijo. Apóstoles de mi amor, os envuelvo con mi manto porque, como Madre, deseo protegeros. Os pido: orad por todo el mundo. Mi Corazón sufre, los pecados se multiplican, son muy numerosos. Pero con vuestra ayuda, que sois humildes, modestos, llenos de amor, ocultos y santos, mi Corazón triunfará. Amad a mi Hijo por encima de todo y a todo el mundo por medio de Él. No olvidéis nunca que cada hermano vuestro lleva en sí algo precioso: el alma. Por eso, hijos míos, amad a todos aquellos que no conocen a mi Hijo, para que, por medio de la oración y del amor que proviene de esta, puedan ser mejores; para que la bondad en ellos pueda vencer, para que las almas se salven y tengan vida eterna. Apóstoles míos, hijos míos, mi Hijo os ha dicho que os améis los unos a los otros. Que esto esté escrito en vuestros corazones y con la oración procurad vivir este amor. ¡Os doy las gracias!
Queridos hijos! Sean oración y reflejo del amor de Dios para todos los que están lejos de Dios y de los Mandamientos de Dios. Hijitos, sean fieles y decididos en la conversión y trabajen en sí mismos a fin de que la santidad de la vida pueda hacerse verdad para ustedes. Exhórtense al bien a través de la oración para que su vida en la Tierra sea más agradable. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, por voluntad del Padre Celestial, como Madre de Aquel que os ama, estoy aquí con vosotros para ayudaros a conocerlo, a seguirlo. Mi Hijo os ha dejado las huellas de sus pies para que os sea más fácil seguirlo. No temáis, no estéis inseguros, yo estoy con vosotros. No os dejéis desanimar, porque es necesaria mucha oración y mucho sacrificio por aquellos que no oran, aquellos que no aman y no conocen a mi Hijo. Ayudadlo viendo en ellos a vuestros hermanos. Apóstoles de mi amor, prestad atención a mi voz en vosotros, sentid mi amor materno. Por eso, orad; orad actuando, orad dando, orad con amor, orad con las obras y con los pensamientos, en el Nombre de mi Hijo. Cuanto más amor deis tanto más recibiréis; el amor surgido del Amor ilumina el mundo; la redención es amor y el amor no tiene fin. Cuando mi Hijo venga de nuevo a la Tierra buscará el amor en vuestros corazones. Hijos míos, Él ha hecho por vosotros muchas obras de amor: yo os enseño a verlas, a comprenderlas y a darle gracias amándolo y perdonando siempre de nuevo al prójimo; porque amar a mi Hijo significa perdonar. A mi Hijo no se lo ama si no se sabe perdonar al prójimo, si no se intenta comprenderlo, si se lo juzga. Hijos míos, ¿de qué os sirve la oración si no amáis y no perdonáis? Os doy las gracias.
Queridos hijos! Hoy los invito a ser personas de oración. Oren hasta que la oración se convierta en alegría para ustedes y en un encuentro con el Altísimo. Él transformará su corazón y ustedes se convertirán en personas de amor y de paz. No olviden, hijitos, que Satanás es fuerte y desea alejarlos de la oración. Ustedes no olviden que la oración es la llave secreta del encuentro con Dios. Por eso estoy con ustedes, para guiarlos. ¡No desistan de la oración! Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, ¡quién mejor que yo puede hablaros del amor y del dolor de mi Hijo! He vivido con Él, he sufrido con Él. Durante la vida terrena he experimentado el dolor, porque fui madre. Mi Hijo amaba los pensamientos y las obras del Padre Celestial, el verdadero Dios. Y, como Él me decía, había venido para redimiros. Yo escondía mi dolor en el amor, y vosotros, hijos míos, tenéis numerosas preguntas. No comprendéis el dolor. No comprendéis que, a través del amor de Dios, debéis aceptar el dolor y soportarlo. Cada criatura de Dios lo experimentará en menor o mayor medida, pero, con la paz en el alma y en estado de gracia, la esperanza existe: es mi Hijo, Dios, nacido de Dios. Sus palabras son la semilla de la vida eterna que, sembradas en las almas buenas, producen numerosos frutos. Mi Hijo ha llevado sobre sí el dolor porque ha tomado sobre sí vuestros pecados. Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, vosotros que sufrís, sabed que vuestros dolores se convertirán en luz y en gloria. Hijos míos, mientras soportáis el dolor, mientras sufrís, el Cielo entra en vosotros. Y vosotros, dad un poco de Cielo y mucha esperanza a quienes tenéis alrededor. ¡Os doy las gracias!
Queridos hijos! Los invito a ser generosos en la renuncia, en el ayuno y en la oración por todos los que están en la prueba, y son sus hermanos y hermanas. De manera especial, les pido que oren por los sacerdotes y por todos los consagrados, para que amen con más fervor a Jesús, para que el Espíritu Santo llene sus corazones de gozo; para que testimonien el Cielo y los misterios celestiales. Muchas almas están en pecado, porque no hay quienes se sacrifiquen y oren por su conversión. Yo estoy con ustedes y oro por ustedes para que sus corazones puedan estar llenos de alegría. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, como Madre yo os hablo con palabras simples, pero llenas de amor y de solicitud por mis hijos que, por medio de mi Hijo, me habéis sido confiados. Mi Hijo, que es del eterno presente, os habla con palabras de vida y siembra amor en los corazones abiertos. Por eso os pido, apóstoles de mi amor: tened corazones abiertos, siempre dispuestos a la misericordia y al perdón. Por mi Hijo, perdonad siempre al prójimo, porque así la paz estará en vosotros. Hijos míos, preocuparos por vuestra alma, porque es lo único que en realidad os pertenece. Os olvidáis de la importancia de la familia. La familia no debería ser lugar de sufrimiento y dolor, sino lugar de comprensión y ternura. Las familias que intentan vivir según mi Hijo viven en amor recíproco. Desde que mi Hijo era pequeño, me decía que para Él todos los hombres son sus hermanos. Por eso recordad, apóstoles de mi amor, que todos los hombres que encontráis, son familia para vosotros; hermanos según mi Hijo. Hijos míos, no perdáis el tiempo pensando en el futuro con preocupación. Que vuestra única preocupación sea, cómo vivir bien cada momento según mi Hijo: he ahí la paz. Hijos míos, no olvidéis nunca orar por vuestros pastores. Orad para que puedan acoger a todos los hombres como hijos suyos y sean para ellos padres espirituales según mi Hijo. ¡Os doy las gracias!
Queridos hijos! En este tiempo de gracia los invito a que sean oración. Todos ustedes tienen problemas, aflicciones, sufrimientos e inquietudes. Que los santos sean para ustedes modelo y exhortación a la santidad. Dios estará cerca de ustedes y serán renovados en la búsqueda por medio de su conversíón personal. La fe será esperanza para ustedes y la alegría comenzará a reinar en sus corazones. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, al miraros reunidos en torno a mí, vuestra Madre, veo muchas almas puras, a muchos hijos míos que buscan el amor y la consolación, pero que nadie os la ofrece. Veo también a aquellos que hacen el mal, porque no tienen buenos ejemplos, no han conocido a mi Hijo: ese bien que es silencioso y se difunde a través de las almas puras, es la fuerza que sostiene este mundo. Los pecados son muchos, pero también existe el amor. Mi Hijo me envía a vosotros, la Madre, la misma para todos, para que os enseñe a amar y comprendáis que sois hermanos. Él desea ayudaros. Apóstoles de mi amor, es suficiente un vivo deseo de fe y amor y mi Hijo lo aceptará; pero debéis ser dignos, tener buena voluntad y corazones abiertos. ¡Mi Hijo entra en los corazones abiertos! Yo, como Madre, deseo que lleguéis a conocer mejor a mi Hijo, Dios nacido de Dios, para que conozcáis la grandeza de Su amor, del que vosotros tenéis tanta necesidad. Él ha tomado sobre sí vuestros pecados, ha obtenido la redención para vosotros, y a cambio, os ha pedido que os améis los unos a los otros. Mi Hijo es amor, Él ama a todos los hombres sin distinción, a los hombres de todas las naciones y de todos los pueblos. Si vivierais, hijos míos, el amor de mi Hijo, Su Reino estaría ya en la Tierra. Por eso, apóstoles de mi amor, orad, orad para que mi Hijo y Su amor estén más cerca de vosotros, para poder ser ejemplo del amor y poder ayudar a todos aquellos que no han conocido a mi Hijo. Nunca olvidéis que mi Hijo, Uno y Trino, os ama. Orad y amad a vuestros pastores. ¡Os doy las gracias!
Queridos hijos! En este tiempo de gracia, los invito a orar. Oren y busquen la paz, hijitos. Él, que vino aquí a la Tierra para darles Su paz, sin importar quiénes son ni lo que son - Él, mi Hijo, su Hermano - a través de mí los invita a la conversión, porque sin Dios no tienen futuro ni vida eterna. Por eso, crean y oren, y vivan en gracia y en la expectativa de su encuentro personal con Él. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, os hablo como vuestra Madre, Madre de los justos, Madre de aquellos que aman y sufren, Madre de los santos. Hijos míos, también vosotros podéis ser santos, eso depende de vosotros. Santos son aquellos que aman sin medida al Padre Celestial, aquellos que lo aman sobre todas las cosas. Por eso, hijos míos, procurad siempre ser mejores. Si procuráis ser buenos, podéis ser santos, sin pensar que lo sois. Si pensáis que sois buenos, no sois humildes y la soberbia os aleja de la santidad. En este mundo inquieto, lleno de amenazas, vuestras manos, apóstoles de mi amor, deberían estar extendidas en oración y misericordia.

A mí, hijos míos, regaladme el Rosario, esas rosas que tanto amo. Mis rosas son vuestras oraciones dichas con el corazón y no solo recitadas con los labios. Mis rosas son vuestras obras de oración, de fe y de amor. Cuando mi Hijo era pequeño, me decía que mis hijos serían numerosos y me traerían muchas rosas. Yo no lo comprendía. Ahora sé que esos hijos sois vosotros, que me traéis rosas cuando amáis a mi Hijo sobre todas las cosas, cuando oráis con el corazón, cuando ayudáis a los más pobres. ¡Esas son mis rosas! Esa es la fe que hace que todo en la vida se haga por amor, que no se conozca la soberbia, que se esté pronto a perdonar; nunca juzgar y tratar siempre de comprender al propio hermano. Por eso, apóstoles de mi amor, orad por aquellos que no saben amar, por aquellos que no os aman, por aquellos que os han hecho mal, por aquellos que no han conocido el amor de mi Hijo. Hijos míos, esto es lo que pido de vosotros, porque recordad: orar significa amar y perdonar. Os doy las gracias.
En la última aparición diaria del 12 de setiembre de 1998, la Virgen le dijo a Jakov Colo que tendría una aparición cada año, el 25 de Diciembre. Así ha ocurrido también este año. La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos. La aparición comenzó a las 14:07, y duró 10 minutos, luego dio el siguiente mensaje:
Queridos hijos, hoy en este día de gracia, los invito a pedir al Señor el don de la fe. Hijos míos, decídanse por Dios y comiencen a vivir y a creer en lo que Dios les pide. Creer, hijos míos, significa poner sus vidas en las manos de Dios, en las manos del Señor que los ha creado y que los ama inmensamente. No sean creyentes solo con palabras, sino testimonien su fe a través de las obras y con su ejemplo personal. Hablen con Dios, con su Padre. Ábranle y entréguenle sus corazones y verán cómo sus corazones cambian y cómo su vida admirará las obras de Dios. Hijos míos, no hay vida sin Dios, por eso yo como su Madre, intercedo y le pido a mi Hijo que renueve sus corazones y llene su vida con Su inmenso Amor. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos! Hoy les traigo a mi Hijo Jesús, para que les dé Su paz y Su bendición. Hijitos, los invito a todos a que vivan y testimonien las gracias y los dones que han recibido. ¡No teman! Oren para que el Espíritu Santo les dé la fuerza de ser testigos alegres y personas de paz y de esperanza. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, cuando en la Tierra llega a faltar el amor, cuando no se encuentra el camino de la salvación, yo, la Madre, vengo a ayudaros para que conozcáis la verdadera fe, viva y profunda; para ayudaros a que améis de verdad. Como Madre anhelo vuestro amor recíproco, vuestra bondad y vuestra pureza. Mi deseo es que seáis justos y os améis. Hijos míos, sed alegres en el espíritu, sed puros, sed niños. Mi Hijo decía que amaba estar entre los corazones puros, porque los corazones puros son siempre jóvenes y alegres. Mi Hijo os decía que perdonéis y os améis. Sé que esto no siempre es fácil: el sufrimiento hace que crezcáis en el espíritu. Para poder crecer cada vez más espiritualmente, debéis perdonar y amaros sincera y verdaderamente. Muchos hijos míos en la Tierra no conocen a mi Hijo, no lo aman; pero vosotros, que amáis a mi Hijo, vosotros que lo lleváis en el corazón, orad, orad y, orando, sentid a mi Hijo junto a vosotros, que vuestra alma respire su Espíritu. Yo estoy en medio de vosotros y os hablo de pequeñas y grandes cosas. No me cansaré nunca de hablaros de mi Hijo, amor verdadero. Por eso, hijos míos, abridme vuestros corazones, permitidme que os guíe maternalmente. Sed apóstoles del amor de mi Hijo y del mío. Como Madre os pido: no olvidéis a aquellos que mi Hijo ha llamado para guiaros. Llevadlos en el corazón y orad por ellos. Os doy las gracias.
Queridos hijos! Que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración, para que el Espíritu Santo, a través de la oración, descienda sobre ustedes y les dé la conversión. Abran sus corazones y lean la Sagrada Escritura para que, por medio de los testimonios, también ustedes puedan estar más cerca de Dios. Hijitos, busquen sobre todo a Dios y las cosas de Dios y dejen las terrenales a la tierra, porque Satanás los atrae al polvo y al pecado. Ustedes están llamados a la santidad y han sido creados para el Cielo. Por eso, busquen el Cielo y las cosas celestiales. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, vosotros a quienes mi Hijo ama, vosotros a los que yo amo inmensamente con amor maternal, no permitáis que el egoísmo y el amor propio reinen en el mundo; no permitáis que el amor y la bondad estén ocultos. Vosotros que sois amados y que habéis conocido el amor de mi Hijo, recordad que ser amados significa amar. Hijos míos, tened fe. Cuando tenéis fe, sois felices y difundís la paz; vuestra alma exulta de alegría. En esa alma está mi Hijo. Cuando os dais por la fe, cuando os dais por amor, cuando hacéis el bien a vuestro prójimo, mi Hijo sonríe en vuestra alma. Apóstoles de mi amor, yo me dirijo a vosotros como Madre, os reúno en torno a mí y deseo conduciros por el camino del amor y de la fe, por el camino que conduce a la Luz del mundo. Por causa del amor y de la fe estoy aquí; porque deseo con mi bendición maternal daros esperanza y fuerza en vuestro camino. Porque el camino que conduce a mi Hijo no es fácil: está lleno de renuncias, de entrega, de sacrificio, de perdón y de mucho, mucho amor. Pero ese camino conduce a la paz y a la alegría. Hijos míos, no creáis en las falsas voces que os hablan de cosas falsas y de una falsa luz. Vosotros, hijos míos, volved a la Sagrada Escritura. Con inmenso amor os miro y por gracia de Dios me manifiesto a vosotros. Hijos míos, venid conmigo, que vuestra alma exulte de alegría. ¡Os doy las gracias!
Queridos hijos! En este tiempo de gracia los invito a todos a abrirse y a vivir los Mandamientos que Dios les ha dado, para que estos los guíen a través de los Sacramentos en el camino de la conversión. El mundo y las tentaciones del mundo los prueban; ustedes, hijitos, miren las criaturas de Dios que, en belleza y humildad, Él les ha dado, e hijitos, amen a Dios sobre todas las cosas y Él los guiará en el camino de la salvación. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, grandes obras ha hecho en mí el Padre Celestial, como las hace en todos aquellos que tiernamente lo aman y le sirven con fe. Hijos míos, el Padre Celestial os ama y por su amor yo estoy aquí con vosotros. Él os habla, ¿por qué no queréis ver los signos? Con Él todo es más fácil: el dolor vivido con Él se vuelve más tenue porque existe la fe. La fe ayuda en el dolor y sin la fe el dolor lleva a la desesperación. El dolor vivido y ofrecido a Dios enaltece. ¿Acaso no ha sido mi Hijo quien por su doloroso sacrificio ha salvado el mundo? Como Madre suya estaba con Él en el dolor y en el sufrimiento, como estoy con todos vosotros. Hijos míos, estoy con vosotros en la vida, en el dolor, en el sufrimiento, en la alegría y en el amor. Por eso tened esperanza. La esperanza hace comprender que la vida está ahí. Hijos míos yo os hablo, mi voz habla a vuestra alma, mi Corazón habla a vuestro corazón. ¡Oh apóstoles de mi amor!, cuánto os ama mi Corazón materno, cuántas cosas deseo enseñaros. Cuánto desea mi Corazón materno que estéis completos, y podéis estarlo solamente cuando en vosotros el alma, el cuerpo y el amor estén unidos. Os ruego, como hijos míos: orad por la Iglesia y sus servidores —vuestros pastores; que la Iglesia sea como mi Hijo la desea: pura como agua de manantial y llena de amor. ¡Os doy las gracias!
La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:38 y duró hasta las 13:42.
Queridos hijos, mi vida terrena era simple: amaba y me hacían feliz las pequeñas cosas; amaba la vida, don de Dios, aunque los dolores y sufrimientos traspasaban mi Corazón. Hijos míos, tenía la fuerza de la fe e ilimitada confianza en el amor de Dios. Todos los que tienen la fuerza de la fe son más fuertes. La fe te hace vivir en lo justo, y entonces la luz del amor divino llega siempre en el momento deseado. Esta es la fuerza que sostiene en el dolor y en el sufrimiento. Hijos míos, oren por la fuerza de la fe, confíen en el Padre Celestial y no tengan miedo. Sepan que ninguna criatura de Dios se perderá, sino que vivirá para siempre. Todo dolor tiene su fin y después comienza la vida en libertad, allí donde todos mis hijos vienen, donde todo retorna. Hijos míos, su lucha es dura, lo será todavía más, pero ustedes sigan mi ejemplo. Oren por la fuerza de la fe, confíen en el amor del Padre Celestial. Yo estoy con ustedes, yo me manifiesto a ustedes, yo los animo. Con inmenso amor maternal acaricio sus almas. Les doy las gracias.
Para de comparación con distinto lingüístico versión escoja

 


Wap Home | Actualizaciónes  | Medjugorje  | Mensajes  | Artículos y Noticias  | Videos[EN]  | Galería[EN]

Powered by www.medjugorje.ws