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Mensajes de Medjugorje conteniendo 'forma'

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¡Queridos hijos! Deseo recordarles que este tiempo es especialmente para ustedes, los de la parroquia. En el verano, ustedes dicen que tienen demasiado trabajo. Ahora no tienen trabajos pendientes en los campos; por tanto, trabajen en ustedes mismos! Vengan a la Santa Misa, porque este tiempo les ha sido concedido a ustedes. Queridos hijos, son muchos los que vienen regularmente a la Misa, a pesar del mal tiempo, porque me aman y de esa forma desean manifestarme su amor. Yo espero de ustedes que me demuestren su amor viniendo a Misa, el Seor los recompensará ampliamente. Gracias por haber respondido a mi llamado!
¡Queridos hijos! También hoy los invito al abandono total a Dios. Ustedes, queridos hijos, no están conscientes del gran amor con el que Dios los ama. Es por eso que El me permite estar con ustedes, para instruirlos y ayudarlos a encontrar el camino de la paz. Pero ustedes no podrán descubrir este camino si no oran. Por eso, queridos hijos, déjenlo todo y consagren su tiempo a Dios y Dios los recompensará y los bendecirá. Hijitos, no olviden que su vida pasa como una florecilla de primavera, que hoy es maravillosa y de la que maana no habrá quedado nada. Por eso, oren de tal forma que su oración y su abandono se conviertan en una seal en el camino. Así, su testimonio no será sólo para esta vida sino para toda la eternidad. Gracias por haber respondido a mi llamado!
¡Queridos hijos! Hoy los invito a todos a regocijarse continuamente por la vida que Dios les concede. Mis queridos hijos, regocíjense en Dios el Creador, porque El los ha creado de manera tan maravillosa. Oren para que sus vidas estén llenas de una gozosa acción de gracias que brote desde su corazón, como un río de alegría. Mis queridos hijos, den incesantemente gracias a Dios por todo lo que poseen, por cada pequeo don que Dios les ha concedido. De esa forma, la bendición gozosa de Dios descenderá siempre sobre sus vidas. Gracias por haber respondido a mi llamado!
¡Queridos hijos! Los invito a entregarse completamente a Dios. Que todo lo que ustedes posean esté en manos de Dios, porque sólo así tendrán gozo en sus corazones. Queridos hijitos, regocíjense en todo lo que posean y den gracias a Dios porque todos es regalo de Dios para ustedes. De esta forma, en sus vidas, ustedes podrán dar gracias por todo y descubrir a Dios en todo, incluso en la flor más pequea. Ustedes experimentarán un gran gozo. Ustedes experimentarán a Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado!
¡Queridos hijos! Los invito a la oración. Por medio de la oración, queridos hijos, ustedes obtienen gozo y paz. Por medio de la oración, ustedes son más ricos en la misericordia de Dios. Por eso, queridos hijos, que la oración sea la vida para cada uno de ustedes. Especialmente los invito a orar de tal forma que todos aquellos que están lejos de Dios puedan convertirse. Entonces, todos los corazones serán más ricos porque Dios reinará en el corazón de todos los hombres. Por eso, queridos hijos, oren, oren, oren! Que la oración comience a reinar en el mundo entero. Gracias por haber respondido a mi llamado!
También este año la vidente Mirjana Dragicevic-Soldo tuvo la aparición anual el 18 de marzo. Después de la aparición Mirjana transmitió el mensaje de la Virgen:
¡Queridos hijos! Deseo que mediten largamente sobre este mensaje que hoy les doy a través de mi servidora. Hijos míos, grande es el amor de Dios. No cierren sus ojos, no tapen sus orejas mientras les repito: ¡grande es Su amor! Escuchen mi invitación y mi súplica que les dirijo: consagren su corazón y hagan en él la morada de Dios. Que El habite allí para siempre. Mis ojos y mi corazón estarán siempre aquí, aunque no me aparezca más. Actúen en todo como les pido y en la forma como los conduzco a Dios. No rechacen el nombre de Dios para no ser rechazados. Acepten mis mensajes, a fin de que puedan ser aceptados. Decídanse, hijos míos, es el tiempo de la decisión. Tengan un corazón justo e inocente, para que pueda conducirlos a vuestro Padre, porque estoy aquí gracias a Su gran amor. ¡Gracias por estar aquí!
¡Queridos hijos! Hijitos, los invito a la oración continua. Si oran, están más cerca de Dios y Él los va a conducir por el camino de la paz y de la salvación. Por eso hoy los invito a que den paz a los demás. Solamente en Dios está la verdadera paz. Abran sus corazones y conviértanse en dadores de paz y los demás descubrirán la paz en ustedes y a través de ustedes, de tal forma testimoniarán la paz y el amor de Dios que Él les da. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje

Queridos hijos, os invito a ser en el espíritu una sola cosa con mi Hijo. Os invito, a que, a través de la oración y de la Santa Misa, cuando mi Hijo se une de manera especial a vosotros, procuréis ser como Él: para que estéis siempre dispuestos como Él a cumplir la voluntad de Dios, y a no pedir que se realice la vuestra. Porque, hijos míos, por la voluntad de Dios sois y existís, pero sin la voluntad de Dios, no sois nada. Yo, como Madre, os pido que con vuestra vida habléis de la gloria de Dios, porque de esa forma también os glorificaréis a vosotros mismos, según su voluntad. Mostrad humildad con todos, y amor hacia el prójimo. Por medio de esa humildad y de ese amor, mi Hijo os ha salvado y os ha abierto el camino hacia el Padre Celestial. Os ruego que abráis el camino al Padre Celestial a todos aquellos que no le han conocido y no han abierto el corazón a su amor. Con vuestra vida abrid el camino a todos aquellos que todavía divagan en busca de la verdad. Hijos míos, sed mis apóstoles que no viven en vano. No olvidéis que vosotros iréis ante el Padre Celestial y le hablaréis de vosotros. ¡Estad preparados! Nuevamente os advierto: orad por aquellos a quienes mi Hijo ha llamado, ha bendecido sus manos y os los ha dado a vosotros. Orad, orad, orad por vuestros pastores. Os lo agradezco.
Queridos hijos, yo vuestra Madre, vengo de nuevo entre vosotros del amor que no tiene fin, del amor infinito, del infinito Padre Celestial. Y, mientras miro en vuestros corazones, veo que muchos de vosotros me acogéis como Madre y, con un corazón sincero y puro, deseáis ser mis apóstoles. Pero, yo también soy Madre de quienes no me acogéis y, en la dureza de vuestro corazón, no deseáis conocer el amor de mi Hijo. No sabéis cuánto sufre mi Corazón y cuánto oro a mi Hijo por vosotros. Le pido que sane vuestras almas porque Él lo puede hacer. Le pido que os ilumine con el milagro del Espíritu Santo, para que dejéis de traicionarlo, blasfemar y herir siempre de nuevo. Oro con todo el Corazón para que comprendáis que solamente mi Hijo es la salvación y la luz del mundo. Y vosotros, hijos míos, queridos apóstoles míos, llevad siempre a mi Hijo en el corazón y en los pensamientos. De esta forma llevad vosotros el amor. Todos aquellos que no lo conocen, lo reconocerán en vuestro amor. Yo estoy siempre junto a vosotros. De una manera especial, yo estoy junto a vuestros pastores, porque mi Hijo los ha llamado para guiaros por el camino de la eternidad. Os doy las gracias, apóstoles míos, por el sacrificio y el amor.
Queridos hijos, como Madre me siento feliz de estar en medio de vosotros, porque deseo hablaros nuevamente de las palabras de mi Hijo y de Su amor. Espero que me aceptéis con el corazón, porque las palabras de mi Hijo y Su amor, son la única luz y esperanza en la oscuridad del presente. Esta es la única verdad, y vosotros, que la aceptaréis y la viviréis, tendréis corazones puros y humildes. Mi Hijo ama a los puros y a los humildes. Los corazones puros y humildes dan vida a las palabras de mi Hijo: las viven, las difunden y buscan la forma de que todos las escuchen. Las palabras de mi Hijo hacen renacer a quienes las escuchan, las palabras de mi Hijo hacen que regresen el amor y la esperanza. Por eso, mis queridos apóstoles, hijos míos, vivid las palabras de mi Hijo. Amaos como Él os ha amado. Amaos en Su nombre y en Su memoria. La Iglesia progresa y crece gracias a aquellos que escuchan las palabras de mi Hijo, gracias a aquellos que aman, gracias a aquellos que sufren y padecen en silencio y en la esperanza de la redención definitiva. Por eso queridos hijos míos, que las palabras de mi Hijo y Su amor estén en el primer y último pensamiento del día. ¡Os doy las gracias!
La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:50 y duró hasta las 13:56.
Queridos hijos, con un corazón maternal lleno de amor hacia ustedes, mis hijos, deseo enseñarles la plena confianza en Dios Padre. Deseo que aprendan a seguir la voluntad de Dios mirando y escuchando en vuestro interior. Deseo que aprendan a confiar infinitamente en Su gracia y en Su amor, como yo siempre he confiado. Por eso, hijos míos, purifiquen sus corazones. Libérense de todo lo que los ata únicamente a lo terrenal y permitan a lo divino dar forma a vuestra vida, a través de vuestra oración y sacrificio; que en sus corazones esté presente el Reino de Dios; que comiencen a vivir a partir de Dios Padre; que procuren caminar siempre con mi Hijo. Y para todo esto, hijos míos, deben ser pobres en espíritu y estar llenos de amor y de misericordia. Deben tener corazones puros y simples, y estar siempre dispuestos a servir. Hijos míos, escúchenme, les hablo para vuestra salvación. Les doy las gracias.
En la última aparición diaria del 12 de setiembre de 1998, la Virgen le dijo a Jakov Colo que tendría una aparición cada año, el 25 de Diciembre. Así ha ocurrido también este año. La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos. La aparición comenzó a las 14:20, y duró 10 minutos, luego dio el siguiente mensaje:
Queridos hijos, hoy en este día de gracia, de manera especial los invito a orar por la paz. Hijos, yo he venido aquí como la Reina de la Paz y los he invitado muchas veces a orar por la paz. Pero hijos, sus corazones están inquietos. El pecado les impide abrirse completamente a la gracia y a la paz que Dios desea darles. Para vivir la paz, hijos míos, es necesario que ante todo tengan paz en vuestros corazones y estar entregados por completo a Dios y a Su voluntad. No busquen la paz y la felicidad en las cosas de este mundo, porque todo eso es pasajero. Tiendan hacia la verdadera misericordia y paz que provienen solamente de Dios, y solo de esa manera sus corazones estarán llenos de una alegría verdadera; solo de esa forma ustedes podrán convertirse en testigos de la paz en este mundo inquieto. Yo soy vuestra Madre e intercedo ante mi Hijo por cada uno de ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Queridos hijos, con amor maternal os invito a responder al gran amor de mi Hijo, con un corazón puro y abierto, con total confianza. Yo conozco la grandeza de Su amor. Lo llevé dentro de mí, Hostia en el corazón, luz y amor del mundo.

Hijos míos, que yo me dirija a vosotros también es un signo del amor y de la ternura del Padre Celestial, una gran sonrisa llena del amor de mi Hijo, una invitación a la vida eterna.

La Sangre de mi Hijo fue derramada por amor a vosotros. Esa Sangre preciosa es para vuestra salvación, para la vida eterna. El Padre Celestial ha creado al hombre para la felicidad eterna. No es posible que perezcáis vosotros que conocéis el amor de mi Hijo, vosotros que lo seguís. La vida ha vencido: ¡mi Hijo está vivo! Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, que la oración os muestre el camino y la manera de difundir el amor de mi Hijo, la oración en su forma más sublime. Hijos míos, cuando procuráis vivir las palabras de mi Hijo, también estáis orando. Cuando amáis a las personas con las que os encontráis, estáis difundiendo el amor de mi Hijo. El amor es lo que abre las puertas del Paraíso.

Hijos míos, desde el comienzo he orado por la Iglesia. Por eso, también os invito a vosotros, apóstoles de mi amor, a orar por la Iglesia y sus servidores, por aquellos a quienes mi Hijo ha llamado. ¡Os doy las gracias!
Queridos hijos, solo un corazón puro y abierto hará que realmente conozcáis a mi Hijo, y que todos los que no conocen su amor lo conozcan a través vuestro. Solo el amor os hará comprender que él es más fuerte que la muerte, porque el amor verdadero ha vencido a la muerte y ha hecho que la muerte no exista.

Hijos míos, el perdón es la forma más sublime del amor. Vosotros, apóstoles de mi amor, debéis orar para que podáis ser más fuertes en el espíritu y podáis comprender y perdonar. Vosotros, apóstoles de mi amor, con la comprensión y con el perdón, dais ejemplo de amor y de misericordia. Poder comprender y perdonar es un don, por el que hay que orar, y que hay que cultivar. Al perdonar, demostráis que sabéis amar.

Mirad, hijos míos, cómo el Padre Celestial os ama con gran amor, con comprensión, perdón y justicia; mirad cómo me da a vosotros, Madre de vuestros corazones. Heme aquí, en medio vuestro, para bendeciros con la bendición maternal, para invitaros a la oración y al ayuno, para deciros que creáis, que tengáis esperanza, que perdonéis, que oréis por vuestros pastores y, sobre todo, que améis incondicionalmente. Hijos míos, seguidme. Mi camino es el camino de la paz y del amor, el camino de mi Hijo. Es el camino que conduce al triunfo de mi Corazón. Os doy las gracias.
Queridos hijos: mi Hijo amado siempre ha orado y glorificado al Padre Celestial. Siempre le ha dicho todo a Él y ha confiado en Su voluntad. Es lo que vosotros, hijos míos, también deberíais hacer, porque el Padre Celestial siempre escucha a sus hijos. Un corazón en un corazón – amor, luz y vida. El Padre Celestial se ha dado mediante un rostro humano, y ese rostro es el rostro de mi Hijo. Vosotros, apóstoles de mi amor, siempre deberíais llevar el rostro de mi Hijo en vuestros corazones y en vuestros pensamientos. Siempre deberíais pensar en Su amor y en Su sacrificio. Deberíais orar de manera que siempre sintáis Su presencia, porque, apóstoles de mi amor, esa es la forma de ayudar a todos aquellos que no conocen a Mi Hijo, que no han conocido Su amor. Hijos míos, leed el Libro del Evangelio que siempre es algo nuevo. Es lo que os une a mi Hijo quien nació para llevar palabras de vida a todos mis hijos y para sacrificarse por todos. Apóstoles de mi amor, guiados por el amor a mi Hijo, llevad amor y paz a todos vuestros hermanos. No juzguéis a nadie. Amad a cada uno mediante el amor de mi Hijo. De esta manera, estaréis cuidando vuestra alma: es lo más precioso que os pertenece verdaderamente. Os doy las gracias.
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